Tarazona es en la actualidad una ciudad de dimensiones modestas, con una población de algo más de 10.000 habitantes, situada en los limites de la Comunidad Autónoma de Aragón con Navarra, Castilla-León y La Rioja. Su fundación remonta a tiempos del emperador Augusto y durante la época romana tuvo la condición jurídica de municipium. Desde época temprana fue sede episcopal. Como otras muchas ciudades españolas, Tarazona conoció un momento de esplendor y expansión económico y cultural durante el siglo XVI, como demuestran algunos de sus monumentos más señeros, entre ellos el Ayuntamiento.
En efecto, a mediados de esa centuria, en pleno Renacimiento, en concejo pensó erigir un nuevo edificio público en la Plaza Nueva o del Mercado que completase a las Casas de la Ciudad, enclavadas en la Plaza de la Magdalena. El 31 de julio de 1557 los regidores acordaron levantar una lonja, mirador y granero. Es decir, un inmueble para cumplir el triple cometido de centro de intercambios y supervisión de la actividad comercial, punto de encuentro de los oficiales municipales que presidían los festejos taurinos desarrollados en la plaza y, finalmente, almacén de trigo. Aunque contó desde su construcción con una sala de reuniones empleada de modo habitual por el justicia y los jurados para tareas administrativas no pasó a desempeñar formalmente las funciones de Casa Consistorial o Ayuntamiento hasta el siglo XVIII. Por desgracia, los cambios de usos han ido acompañados de transformaciones y mutilaciones muy importantes en su arquitectura y ornamentación exterior.
La privilegiada situación de la Lonja, en el centro de la vida económica y social, fue aprovechada para convertir su fachada en un punto de referencia cívico desde el que proclamar la actualidad política del momento y, a la vez, reivindicar el pasado glorioso y legendario de la ciudad. El emperador Carlos V murió el 21 de septiembre de 1558, en pleno proceso de construcción del edificio, por lo que es muy probable que la decisión de incluir un monumental friso con la representación de uno de sus mayores momentos de gloria, la cabalgata triunfal que siguió a su coronación imperial en Bolonia, responda al deseo de rendirle homenaje.
El friso dividía en origen la fachada en dos zonas bien diferenciadas. Por encima existía un corredor o galería de columnas –desmontado en el siglo XVIII y rehecho en la restauración de 1968-1973- y otro piso desaparecido, también como mirador. Por debajo se abría hacia el mercado mediante cuatro grandes arcadas suprimidas en época barroca. En cuanto a la decoración, toda en yeso tallado, bajo la banda del friso se sitúan los escudos del emperador Carlos, el reino de Aragón y la propia ciudad de Tarazona. En la parte baja se completa con una representación de Hércules desquijarando el león de Nemea, el gigante Caco robando los ganados del héroe tebano y un tercer personaje sin identificar que descansa a la sombre de un frutal. También hay sendas alegorías de la Justicia y la Prudencia –en origen debió existir una tercera bajo la divisa de Tarazona- acompañadas de otros tantos textos en latín alusivos a las virtudes cívicas que han de guiar el gobierno ciudadano. El Ayuntamiento de la ciudad, fue declarado Bien de Interés Cultural, el día 6 de noviembre de 2001.
Sin duda, desde la perspectiva histórica e, incluso, artística, la parte más sobresaliente del Ayuntamiento de Tarazona, es el friso que rememora la cabalgata triunfal de Carlos V por las calles de Bolonia tras su coronación como emperador. El acontecimiento tuvo lugar el 24 de febrero de 1530, coincidiendo con el trigésimo aniversario de su protagonista. las fastuosas celebraciones, iniciadas meses antes con su entrada en la ciudad, se difundieron por toda Europa a través de la pluma de la legión de cronistas y hombre de letras que las contemplaron.
Sin embargo, su recuerdo se perpetúo en buena medida merced a tres series de grabados que recogieron los dos momentos más impresionantes: la llegada de Carlos a Bolonia y la cabalgata de coronación. De estas representaciones la que disfrutó de mayor éxito fue la preparada por Nicolás Hogenberg, pintor y grabador de Malinas (Bélgica). Formada por 38 grabados calcográficos, más otros dos que sirven de portada y colofón, muestra el cortejo que condujo al papa Clemente VII y a Carlos V desde la básica de San Petronio, escenario de la coronación, hasta la iglesia de Santo Domingo.
Las estampas de Hogenberg, que habían llegado a Tarazona ya en 1553, sirvieron para la composición del friso. El modelo no se copia de forma literal, se reduce el número de figuras e incluso se elimina alguna escena completa para acomodarlo al espacio disponible. La variación más significativa es la inversión, hoja por hoja, del motivo, de manera que en Tarazona el cortejo discurre de izquierda a derecha, cuando en la serie de Hogenberg lo hace de derecha a izquierda.
La calidad de las figuras no siempre es la misma. La tosquedad de algunas quizá sea fruto de su deficiente conservación, pues el friso no sólo ha soportado la intemperie sino varias demoliciones parciales de la propia fachada y completas del interior del inmueble. Sobresale por su detalle el grupo del papa y el emperador bajo palio.
No se dispone de fuentes que permitan conocer las circunstancias del encargo del friso, efectuado posiblemente poco tiempo después de la muerte de Carlos. Su autoría sé atribuye a Alonso González, pintor y escultor documentado en Tarazona desde 1546 hasta su fallecimiento en 1564. Este artista ejecutó en la ciudad otros importantes programas decorativos que combinan motivos en yeso tallado y pintura mural, entre los que sobresalen en la catedral la capilla de la Purificación y la bóveda de la capilla mayor.